BILOGÍA DEJA QUE OCURRA: TODO LO QUE NUNCA FUIMOS | TODO LO QUE SOMOS JUNTOS

 

Leah está rota. Leah ya no pinta. Leah es un espejismo desde el accidente que se llevó a sus padres.
Axel es el mejor amigo de su hermano mayor y, cuando accede a acogerla en su casa durante unos meses, quiere ayudarla a encontrar y unir los pedazos de la chica llena de color que un día fue. Pero no sabe que ella siempre ha estado enamorada de él, a pesar de que sean casi familia, ni de que toda su vida está a punto de cambiar.
Porque ella está prohibida, pero le despierta la piel.
Porque es el mar, noches estrelladas y vinilos de los Beatles.
Porque a veces basta un «deja que ocurra» para tenerlo todo.

Tras Nosotros en la luna me enamoré de la pluma de Alice Kellen. Sabe atraparte por que no solo escribe de manera ágil, sino que tiene una capacidad increíble para crear personajes auténticos a los que querer. Compré la bilogía al poco de terminar Nosotros en la luna con la certeza de que me iba a gustar tanto o más que este. Leí algunas reseñas antes y pensé que tanto la localización, Byron Bay, como la conexión entre la música de The Beatles y la pintura, eran unos ingredientes estupendos para hacerme suspirar unas cuantas horas, pero lo cierto es que me ha dejado una sensación agridulce.

Sino has leído los dos libros, no te aconsejo leer esta reseña ya que, aunque intentaré que no haya en exceso, me va a ser imposible evitar spoilers.

En Todo lo que nunca fuimos, la primera parte de la bilogía, conocemos a Axel y a Leah, nuestros protagonistas. Axel es un joven de 30 años que se nos presenta como un espíritu libre que disfruta del mar, de la tranquilidad de su casa. Es un atractivo dibujante que disfruta de compañía femenina sin ataduras, le gustan las cosas sencillas y dejarse llevar. Es el mejor amigo de Oliver, el hermano mayor de Leah, a la que ve como una hermana pequeña.

Por otro lado, tenemos a Leah, de 19 años. Una chica que arrastra las secuelas de un suceso terriblemente traumático, la muerte de sus padres en un accidente de coche del que ella salió físicamente ilesa. La conoceremos triste, sin ganas de vivir, pero los recuerdos nos cuentan que era una chica que solía pintar con el corazón en la mano, que vivía cada día como un regalo, y ahora, ahora solo se esfuerza por aguantar un día más.

“Supongo que, de algún modo, la vida consiste en intentar saltar todos los baches que aparecen y pasar el menor tiempo posible tirado en el suelo sin saber cómo levantarte.”

Tras una inesperada oferta de trabajo que llevará a Oliver a Sídney, Axel se encuentra viviendo con Leah, con la que apenas cruza dos palabras al día y a la que no soporta ver sin la vitalidad que siempre la ha caracterizado. Tras unos días de verla morir en vida, decide hacerla reaccionar, tratar que asuma lo que pasó y despierte de su letargo, pero este devolverle la vida a Leah, despertará algo entre ellos que jamás podrá volver a silenciar.

La historia de amor de Leah y Axel no es automática, se cuece a fuego lento entre la amistad, la necesidad, el amor y la familiaridad. No es sencillo cambiar la forma en la que ves a alguien con quien has crecido, pero tampoco es fácil reprimir los impulsos que estas personas nos causan. Axel intenta por todos los medios frenar sus sentimientos hacia Leah por respeto a la memoria de su padre y por respeto a Oliver, a quien ha prometido cuidarla, pero Leah sabe lo que quiere, y junto con su despertar, renace el amor que siempre ha sentido por Axel.

“Él no podía ni imaginarse las palabras que se me atascaron en la garganta, deseando salir. Esas que casi quemaban. Resbalaban. <<Te quiero, Axel>>
Pero, cuando abrí la boca, tan solo dije:
-Todos vivimos en un submarino amarillo.”

Leah volverá a pintar, volverá a expresarse y a querer vivir, aunque tenga que ser lejos de Axel.

Los personajes, en la primera parte de la bilogía me han encantado, están muy bien hechos y consiguen traspasar las barreras de las páginas. La ambientación es una maravilla, te transporta directamente a las aguas cristalinas de Byron Bay a la luz de la luna y poder relacionar cada momento con una canción, hace de esta historia algo único.

La historia de Todo lo que nunca fuimos, a mi juicio, es maravillosa, no puedo ponerle ni un pero. Sin embargo, la segunda parte no ha sido así.

Todo lo que somos juntos nos lleva de nuevo junto a Leah y Axel 3 años después de los sucesos de Todo lo que nunca fuimos. Leah es una estudiante universitaria de éxito, tiene una relación con un chico que la adora y Axel ha conseguido trabajo como representante de artistas para una galería de arte en Byron Bay.

Leah consigue que una de sus profesoras se fije en sus pinturas y la proponga para exponer en una galería de arte; cuando Axel se entera, necesita formar parte de ello y sus caminos volverán a unirse. Su reencuentro no será fácil y Leah necesitará todo su autocontrol para no volver a lanzarse a los brazos de Axel.

” – Yo había cerrado esa puerta – replicó.
– Pero quizá nunca tiraste la llave…”

En esta segunda parte, la historia, para mi gusto, se ha deformado demasiado. Tengo que decir que, para mí, el final del primer libro era perfecto, aunque claro, la segunda parte se nos presenta como una piruleta a la que no podemos decir que no. En este segundo libro, aunque sí que vemos una evolución en Leah, vemos su carácter, su espíritu de lucha y de superación, Axel me ha decepcionado bastante.

En Todo lo que nunca fuimos, Axel nos aparece como un chico bohemio, sencillo, lleno de sentimientos y espiritualidad, y en Todo lo que somos juntos, lo veo un poco desbocado, fuera de sí. Cada vez que comparte escenario con Leah piensa en arrancarle la ropa, en ‘follarla’, en que ‘la ha tocado otro’, y estas conductas, aparte de que no me gustan, no le hacen justicia al Axel sensible y empático que nos presenta Alice en la primera parte.

Hay momentos en Todo lo que somos juntos que no he entendido y que, sinceramente, creo que solo han servido para poder alargar la historia y dividirla en dos volúmenes. Aun así, la primera parte me ha parecido fantástica y algunos momentos de la segunda, también, no todo es malo ya que Alice hace que sientas mucho con su escritura. He tenido momentos de risa, de llanto, de ternura y de comprensión en este segundo tomo, y aunque en general lo he disfrutado, no me ha parecido tan bueno como el primero.

Fotografía de Byron Bay (Australia)

En conjunto, valoro muy positivamente la bilogía Deja que ocurra y la recomiendo para quien le apetezca una lectura fresca y ágil. Yo, pese a tenerla tiempo en la estantería la he dejado para verano por la ambientación, ha sido una forma de viajar desde casa y por supuesto, haced caso a la autora, hay partes en las que os pide que os pongáis ciertas canciones de The Beatles y creedme, merece la pena hacerlo.

Espero que esta reseña os haya gustado y os sirva para decidir si le dais una oportunidad a la bilogía de Alice Kellen: Deja que ocurra. Mi valoración final sobre la bilogía es de 4 sobre 5 búhos ya que, aunque el segundo libro no me ha gustado demasiado, el primero lo compensa con creces. Muchas gracias una vez más por leerme, espero poder ofreceros otra reseña muy pronto, ¡nos leemos!