LUCES DEL NORTE
Lyra Belacqua es una niña de once años que no ha conocido otro hogar que el Jordan College de Oxford. Ella y Pantalaimon, su daimonion, compañero eterno de travesuras, alegrías y tristezas, habían pasado su vida con los Licenciados del College. No tenía más familia que estos hombres, su amigo Roger y su tío, Lord Asriel, del que apenas sabía nada.
La única variación de la rutina que podía ocurrir en el College, eran aquellas pocas ocasiones en las que su tío, Lord Asriel, los visitaba. Los días transcurrían sin cambios en Oxford hasta que un día, sin que nadie supiese por qué, empezaron a desaparecer niños de las calles de la ciudad. Nada hacía sospechar que estos sucesos se iniciarían coincidiendo con la última visita de Lord Asriel al Jordan College. De cualquier forma, no parecía que estas desapariciones preocupasen a nadie, y menos a su tío. Él tenía otra cosa por la que preocuparse.
En una de sus visitas a Laponia, entre muchas de sus fotografías de las investigaciones a la Aurora Boreal, descubre algo totalmente insólito. Muy por encima de los campos de hielo se distinguía a la perfección la silueta de una ciudad suspendida en el aire, con calles y edificios.
Con este descubrimiento, nos adentraremos en el mundo de Lyra y la acompañaremos en su viaje con dirección al cielo. Un viaje que no estará libre de tristezas, dolor y muerte.
Leí Luces del Norte la primera vez cuando tenía unos 10 años y pese a que no recordaba la historia al completo, sí que me obsesioné con osos acorazados, daimonions y zampones. Rogué a mis padres que me comprasen las dos secuelas cuando salieron, no podía dejar la historia así, necesitaba saber qué pasaba con Lyra y Pantalaimon.
Recientemente, a raíz de que HBO la convirtiera en serie (Materia Oscura, por si os apetece verla), me volvió a la mente. Volví a leerlo y lo que de pequeña me pareció interesante y entretenido, de mayor me ha parecido una obra brutal, que no solo sigue siendo entretenida 20 años después, sino que ahora comprendo la grandísima crítica a los valores sociales que Philip Pullman quería transmitir y la vigencia que sigue teniendo hoy en día. Los personajes que ha creado Pullman te transportan a una realidad abrumadora, algunos consiguen que los odies y aborrezcas leer su nombre y de otros, sin embargo, solo quieres saber más y más.
La aventura de Lyra Belacqua comenzará con la desaparición de su amigo Roger, a todas luces, a manos de los Zampones. Junto con los Giptanos, comienza un viaje a través del mundo para salvar a su amigo en el que tendrá que hacer acopio de toda la valentía de su interior y, sin saberlo, es posible que consiga salvar el mundo.
Aunque el mundo que se describe en el libro parece el nuestro, nada más lejos de la realidad, se trata de un mundo fantástico donde habitan muchas criaturas junto a los humanos: osos acorazados, brujas y los mismos daimonions.
En Luces del Norte, los daimonions son una representación animal de una parte del alma de las personas. Los niños tienen un daimonion capaz de transformarse en cualquier animal, pero cuando crecen y llegan a la adolescencia, cuando han forjado su personalidad, su daimonion se establece en un animal que, en cierta manera, muestra la esencia de la persona. Los daimonions me resultaron muy graciosos en su momento, me hubiese encantado tener uno con forma de tigre. Pero en esta segunda lectura, cuando lo leo, pienso en Heráclito de Éfeso cuando dijo: ‘El carácter del hombre es su daimon’.
En la Grecia Antigua, un daimon era una especie de espíritu o genio interior que acompañaba al alma, un Pepito Grillo que te guiaba a actuar bien. Tan importante era el daimon para los griegos, que Aristóteles desarrolló lo que llamamos una filosofía Eudaimonista, un concepto ligado al más alto bien del ser humano, la virtud y la prudencia. La Eudaimonia es el arte de vivir de manera virtuosa, siguiendo los dictados de tu conciencia y mediante ella, llegarás a la felicidad.
Curioso, ¿verdad? Pero todavía encuentro algo más en la segunda lectura de esta novela, y es un curioso y preciado objeto que Lyra lleva consigo durante su viaje, el Aletiómetro. Es un aparato circular similar a un reloj de cadena, en mi mente, a un Giratiempo, pero que en lugar de dar la hora, está compuesto por 36 dibujos y tras formularle una pregunta, el Aletiómetro moverá sus 4 manecillas hacia las imágenes que mejor ilustran la respuesta, eso sí, tú deberás interpretar el significado y muy pocos pueden. Con él, serás capaz de conocer todas las verdades del universo
¿Por qué me resulta curioso este aparato? Porque me parece muy similar al Ars Magna Generalis, un invento de Ramón Llull con el que pretendía obtener conocimiento científico, encontrar verdades universales. Y también me resulta curioso su nombre, que no creo que Philip Pullman lo eligiese al azar puesto que es muy similar a la palabra griega Alétheia, un concepto filosófico que hace referencia a la sinceridad, a la verdad de los hechos y a la realidad.

Fuente: Aletiómetro (catalinapordios.wordpress.com) | Ars Magna (aminoapps.com)
Vemos pues que este libro no es solo una novela juvenil que busca entretener, que también y lo hace muy bien, sino que prestando un poco de atención más allá de lo que nos cuenta, podemos descubrir un sinfín de cosas interesantes. No os he hablado del Magisterio y del Polvo porque eso me da para otro post completo.
Y, en fin, después de esta reseña literaria y filosófica, comprended que una no puede desligarse de sus raíces, os dejo que leáis este fantástico libro y sus secuelas. Os recomiendo, si el libro os ha llamado la atención, comprarlo en vuestra librería favorita. Espero volver pronto con más reseñas y más lecturas. Nos leemos!
Los libros no los he leído, pero la serie me ha encantado así que les echaré un ojo. Gracias!
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